Como entidades colectivas que son, hay que recordar que el trabajo en equipo y el orgullo grupal son esenciales para el éxito, y están por encima de los virtuosos aislados.
Según Jim Collins, los grandes líderes en el ámbito de los negocios, aquellos que dirigen las empresas que sobresalen durante un período largo de tiempo, ostentan dos características imprescindibles: modestia y determinación. Son líderes que generan una grandeza perdurable gracias a «una paradójica combinación de humildad personal y voluntad profesional». Su motivación es gigantesca, pero controlan su ego. Son ambiciosos, pero apacibles y hasta tímidos. La fórmula descrita por Collins ha dado muy buenos resultados al fútbol español, según sendos estudios publicados por profesores del IESE de la Universidad de Navarra.
La selección española de fútbol ganó la Copa Mundial gracias a que supo, entre otras cosas, anteponer el orgullo colectivo al ego individual, según el profesor Pascual Berrone, quien publicó recientemente el 'paper' 'Las lecciones de la Copa Mundial de Fútbol para las empresas'. «El fútbol es por su propia naturaleza un juego que requiere de trabajo en equipo», escribió Berrone, «sin embargo, no es infrecuente ver en él egos exagerados y autoestimas infladas. Es cierto que las grandes estrellas pueden ser cruciales en algunas situaciones, ciertamente, pero eso puede tener graves consecuencias en otras ocasiones».
Según Berrone, algunas selecciones, como la portuguesa, dependen demasiado de jugadores como Cristiano Ronaldo, y olvidan que el resultado final se basa más en la colaboración y el esfuerzo colectivos que en las aportaciones personales. España, en cambio, ha sabido comprender que el espíritu del equipo está por encima de las contribuciones individuales y que, por importantes que puedan parecer algunos jugadores, ninguno es imprescindible. «Las empresas, como entidades colectivas, deberían recordar que el trabajo en equipo y el orgullo grupal son esenciales para el éxito, y están por encima de los virtuosos aislados», concluye Berrone.
Una lección parecida se desprende del estudio de caso publicado por Pablo Cardona, profesor de Liderazgo del IESE. Cardona investigó la gestión del talento en la Masía, la escuela de los jóvenes talentos del Fútbol Club Barcelona. A su juicio, «La Masía consiguió con éxito que el rendimiento deportivo y la formación personal fuesen un binomio indisociable en la vida de sus residentes. Un mérito que era fruto de un trabajo constante, a menudo en la sombra y silencioso».
En la Masía no solo se potencian las habilidades deportivas de los jóvenes jugadores. También se les exige ser buenas personas, responsables en sus estudios, hábitos de vida saludables y disfrutar con el estilo de vida que han elegido. Allí no se tolera la flojera ni la mediocridad, por lo que todos deben sacar buenas notas en el colegio. El director, Carlos Folguera, explicaba así el sentido de su formación integral: «No somos entrenadores. Somos maestros, pedagogos, psicólogos. Nuestro reto es hacer compatible en la vida de estos jóvenes la formación personal con la disciplina deportiva. Tutelamos su formación, seguimos su evolución en la escuela, les damos consejos para afrontar su futuro y velamos por su seguridad y autoestima».
Para triunfar en la Masía, se requiere la confluencia de tres condiciones: el ojo clínico de los buscadores de talento para captar las aptitudes necesarias, la capacidad de los entrenadores para potenciar esas cualidades y la personalidad y la fortaleza mental de los jóvenes para sortear con éxito las competiciones.
La fuerza y la habilidad son secundarias. Al jugador se le exige que sea inteligente, rápido, técnico y con carácter. Guardiola no destacaba cuando niño, pues era lento y débil, pero jugaba con gran inteligencia, compensando sus desventajas. También el actual capitán del equipo, Carles Puyol, ha sabido sobreponerse a sus debilidades. Según el coordinador de las categorías inferiores del Barcelona, Albert Benaiges, cuando Puyol llegó a la Masía «no destacaba por ser un jugador brillante, pero su interés por triunfar y la capacidad de trabajo le abrieron las puertas del éxito. No solo nos fijamos en las capacidades físicas y técnicas, también hace falta tener en cuenta el carácter y espíritu de trabajo del chico, aspectos que forman parte de su personalidad».
Gracias a esa formación deportiva, intelectual y moral, según Cardona, la Masía se convirtió en la mejor factoría de futbolistas del planeta. De allí han surgido Messi, Xavi, Iniesta, Bojan... y Guardiola, entre muchos otros. En todos ellos es posible reconocer la misma marca de fábrica: humildad y determinación inquebrantable.
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