"No era fácil adivinar a los niños que más nos convenían porque los mejores entrenadores se alternaban en la dirección de la plantilla profesional, y no era lo mismo jugar para Michels que para Weisweiler, para Muller que para Rife, para Menotti que para Venables", apunta Jaume Olivé.
"El Profesor nos decía: lo que vale es la primera impresión, porque después, cuanto más te mirabas al niño, más defectos le veías, pero si volvías al principio, te decías: tiene algo, me gusta". Oriol Tort
"Michels puso las bases de un plan moderno con entrenamientos homogéneos, servicios médicos, atención pedagógica, un cierto estilo, una manera de ser".
La profesionalización comportaba el aumento del número de entrenamientos, controlar la dieta de los jugadores, cuidar su calendario escolar.
No hace falta ser la entidad más rica para tener el mejor equipo, sino que alcanza con actuar en consonancia con una manera de entender la vida y el juego.
"La clave está en la pedagogía", repite Joaquín Hernández, padre de Xavi. "Aprender a jugar más que a ganar, perseverar en la idea de que el Barça enseña y educa, y no vende títulos de futbolista".
Muchos son pequeños, aparentemente poca cosa, pero tienen la cabeza de Guardiola y se portan igual de bien que en tiempos de Olivé, obsesionado con la disciplina, la puntualidad, la uniformidad.
"Futbolistas que aprenden a base de repetición, y en el Barça empiezan a los 12 años y siguen igual hasta el plantel profesional. Todos tienen una misma base. El éxito depende luego de cada uno, de su singularidad, de saber hacer lo de todos y algo más", añade.
El Barcelona prefiere los niños rápidos e inteligentes, buenos técnicamente y de buen carácter, siempre con mucha cabeza, a los que son fuertes y polivalentes, quiere jugadores que se junten alrededor de una pelota y se la repartan.
RECOPILACION FUTBOL FORMATIVO
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