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jueves, 9 de junio de 2011

LA COMPRENSIÓN DEL FENÓMENO DEL FÚTBOL -Primera parte-

                                                El baile de Henri Matisse


Primera parte.

El Fútbol es un fenómeno que no deja indiferente a nadie. Su voracidad en cautivar y su penetrante seducción causan sorpresa en la mayoría, a muchos les irrita ¡otra vez el partido! y sin duda provoca goce en sus seguidores. ¿Su mérito?: Haber llenado una inmensa carencia de motivaciones colectivas pendientes y comportarse como una especie de enviado, como si el Godot de Samuel Beckett hubiese llegado finalmente con su ayuda a a confortar a las masas. Cómo es que un balón a los pies de 22 hombres ha desplazado la atención de los colectivos humanos, de estar concentrados en la trascendencia y demás valores, a estarlo en la radical intrascendencia de una pelotita moviéndose en un rectángulo de juego con la suavidad de la vaselina. Algo está pasando susceptible de ser comprendido. Cómo es que el Vaticano, para que la gente no se olvide de adorar al Dios verdadero, se ha decidido a mezclar la trascendencia de la Religión con la instrascendencia del Fútbol profesional y crear un equipo de élite de este deporte para poder pasar, con el tíquet del Fútbol, en la Sala de cine de la Historia, bajo el gabán de la evolución de los tiempos. En lo que se refiere a los estrategas del Vaticano, cabe inducir dos posibilidades: una licita oportunidad para  permanecer presente y cumplir su misión transcendente o una posibilidad más honda e innovadora, el haber descubierto espiritualida sensible, ligada a la humana sencillez, acercandose a filosofias humanas hasta ahora consederadas alejadas ¿ probablemente porque entre Jesús de Nazaret y otras sensibilidades esprituales sólo haya una mera continuidad dimensional, en linea con la modernida? la jerarquia católica tiene la decisión en su mano,algo parece moverse.A esta segunda opción dedicamos este primer análisis sobre el Fútbol.
LA ESPIRITUALIDAD, COMO LA ENERGÍA, NO SE CREA NI SE DESTRUYE,
SE TRANSFORMA.
El Fútbol se ha convertido en una imponente manifestación reflejo de nuestra naturaleza física y mental; lo tiene todo para que esta afirmación no sea una mera salida de tono. En él se dan dos contrarios que luchan, igual que en nuestra mente lo hacen dos ideas, o en la vida social nos enfrentamos dos personas, dos oportunidades, siempre debemos debatirnos entre dos realidades opuestas, y todo esto se da en nosotros acompañado de una tormenta emocional, pletórica de rivalidad, celos, lucha, fuga, emparejamiento, incluso envidia y odio. Y también amor, al más puro estilo edípico de vencer a alguien o a algo. Pero además el Fútbol nos proporciona la posibilidad de satisfacer necesidades muy tangibles, elementales, es cuando los miembros de un Club pueden hacer en el mismo vida de familia, dándonos la oportunidad que al ir al Estadio o ver la Televisión, volvamos a jugar, justo como lo hacen y lo hicimos cuando niños, y todo con el aderezo de sentimientos muy hondos de goce, triunfo, fracaso y de tener la razón también, porque para todo aficionado, de manera inapelable, su opinión es la cierta. ¿Qué otra instancia social nos da más y nos pide menos?. ¿Acaso en el Fútbol no existe mística y hasta espiritualidad?, comencemos a dudarlo. Es posible, por lo dicho hasta ahora, que Iglesia y Estadio se comporten antropológicamente como vasos comunicados, como portadores de una común energía reconvertida. ¿No es la misma emoción humana transformada la que antes rezaba en las Catedrales y ahora se expresa en los Estadios?. Lo que sí cabe afirmar es que con el cambio experimentado, cualquier anónimo individuo ha pasado, de la indigencia a la realeza, del sí señor al yo señor y de ahí poder dirigirse libremente al Señor que elija. ¿Hay quien dé más?: el comunismo lo intentó y el resultado a la vista está. El Fútbol no es un fenómeno intrascendente y superficial como con ligereza se suele afirmar, quien así opina es posible que incurra en precipitación y superficialidad, porque en su seno se adivina una misteriosa energía humana por investigar; es como si se hubiera convertido en una nueva referencia religadora, cuya accesibilidad nos permite conectarnos a ella sin el más mínimo dolor, exigencia, promesa, ni premio ni castigo, aquel que no va más allá del resultado del partido o de la tabla clasificatoria, porque todo empieza y acaba en el Fútbol mismo, sensible y próximo, irritantemente elemental. Una lección de humildad existencial, alejada de todo valor al uso.
Si cualquier enamorado de las estadísticas calculase el número de fieles que visitan la Iglesia, o el número de aficionados al Fútbol que acuden al campo, los Estadios sin duda acogen hoy a más aficionados que las Iglesias a feligreses, en definitiva, el Fútbol está ganando este partido por goleada, y hay razones poderosas para explicarlo, la principal de ellas: el hecho de que cuanto mayor es un grupo humano, más emocional y pegadizo para sus participantes, menos crítico y de más fácil manejabilidad, pase lo que pase allí atrae y produce adhesión. Recordemos que los grandes líderes religiosos así lo han comprendido, y con frecuencia organizan sus encuentros apostólicos en las grandes plazas, -grandes espacios- también en los Estadios, por lo que el trabajo es de todos para ver espiritualidad allí donde no lo parece que la haya y buscarle sentido, para que en definitiva a todos nos haga más humildes y humanos. Si se pudiera generalizar el modelo de la Iglesia de Santa María del Mar en Barcelona, Templo levantado por el pueblo llano en los tiempos de Ramón Berenguer IV y del Archidiácono Bernat Llull (1), también entonces existían dos tipos de templos, las grandes Catedrales y las Iglesias episcopales y menores, hasta llegar a las ermitas más de "tercera división"; las Catedrales eran construidas por la nobleza y el capital, y las Iglesias de menor rango por el pueblo, justo como ahora ocurre con los equipos de Fútbol, que en un ciudad importante suele haber dos, uno que representa la burguesía y otro al pueblo más a pie, no hace falta ejemplos que están en la mente de todos.
Un apunte más al significado que el fenómeno tiene en base a este modelo espacial que les sugiero. Con anterioridad al Siglo XII existían las Catedrales románicas, Santiago de Compostela, Cahors, Winchester o Maguncia, y también antes de los años cincuenta del Siglo XX, ocho siglos después, existía Fútbol en Europa, pero fue a raíz del Siglo XIII entonces, y ahora después de la Segunda Guerra Mundial, en 1950, que apareció la necesidad de construir monumentales Iglesias episcopales entonces y enormes Estadios de Fútbol ahora: Chartres, Toledo, Burgos, Salsbury y York en el 1300, y campos de fútbol que están en la mente de todos, en nuestros años sesenta. ¿Qué pasó en el mundo occidental en esos dos momentos cruciales?, puede ser que un mismo fenómeno de superación, pero de signo bien distinto, el señor feudal fue vencido entonces, y en los años 50 se vencieron también otros muchos señores y opresiones. Ciertamente en el Siglo XII la sociedad consigue vencer a los feudales, se abrieron nuevas rutas viarias, se multiplicó la actividad comercial entre poblaciones separadas, la sociedad tomó conciencia de sí misma y nació la burguesía, verdadero esqueleto que mantiene en pie las ciudades, y también a la burguesía de entonces le nacen nuevas y más elevadas motivaciones, una vez satisfechas las más primarias, en este caso doble, la de liberarse del yugo de los señores de la guerra, y la de ser acogida en un espacio de protección espiritual. Por ello y de forma consiguiente, surge la necesidad de lugares de oración y comunicación con los que identificarse, amplios y altos, impresionantes, las monumentales Catedrales góticas, la de Colonia lo construyeron con 152 metros de altura.
Volvamos mentalmente ocho siglos después, el salto de la Edad Media. En 1950, vencida la inutilidad de la guerra basada en la ideología, superada en Occidente la miseria, la desigualdad, también la enfermedad con el apogeo de la Medicina, surge en las masas la necesidad de una instancia permisiva y tolerante, no feudal, pero también sin promesas o solicitudes, y los individuos pasan por primera vez en la historia a ser el centro de su universo. Es el momento en que aparece la necesidad de un espacio, también catedralicio, los Estadios deportivos, de dimensiones también colosales, San Siro, Old Traffor o Nou Camp, porque los hombres somos seres enmarcados en el tiempo de nuestra finitud y también en el espacio que nos contiene, y recordemos que el primero de ellos fue el útero de la madre, del que todos derivamos, le sigue el espacio del hogar y todo lo que nos rodea son espacios-continentes en nuestra vida, como lo es el Estadio y la Catedral, ¡ y hoy las grandes superficies comerciales, donde "espiritualidad" y comercio se hermanan!; son éstos lugares sin duda de acogida, expresión y comunicación, según toca en cada momento de la Historia, y que nos remiten a la necesidad de ser acogidos, expresarnos y comunicarnos, ahora con un formato muy diferente, superadas las opresiones en cadena, y que nos invitan a coger el tren de la metamorfosis de los tiempos.
Dos reflexiones últimas concluirán este primer artículo: la extraña similitud y fraternidad entre el Fútbol e Iglesia, como espacios, y entre el Fútbol y la Religión como esencias, y una última consideración, la voluntad inteligente, sorprendente y reciente del Vaticano, liderada por uno de sus príncipes, el Cardenal Tarsicio Bertone, Secretario de Estado Vaticano, en secularizar la Clericuscup, reservada solamente a religiosos, y hacer nacer nada menos que el Vaticano Club de Fútbol (2), con aspiraciones de jugar en el Calcio y ser un miembro más de la FIFA y en la UEFA; pero que nadie piense que en el Vaticano Club de Fútbol y por continuidad, no existe espiritualidad como también la hay en el más modesto equipo de la más escondida aldea o en la más pequeña ermita del villorrio más apartado.

DOS FRATERNIDADES EN UN SOLO ESPACIO.
Se puede adivinar una mayor proximidad antropológica entre estas dos organizaciones, Iglesia y Fútbol. Cabe sugerir que ambas, si se comportan con un óptimo nivel de funcionamiento, se evidencia que sus comportamientos se rigen por un mismo principio o filosofía de desarrollo, el de la fraternidad. Siempre se nos ha dicho que para ser buenos feligreses de una Iglesia debemos ser hermanos en ella, por oposición, también para que un Club de Fútbol funcione con eficacia y rendimiento, vamos aquí a mantener la tesis que debe funcionar también como una fraternidad. Este fenómeno humano nada tiene que ver con el abrazo por Navidad y el "te quiero hermano mío", al tiempo que asoma una lágrima en el vértice del ojo. Por fraternidad se debe entender el conjunto de personas que unidas por la concordia y lealtad, comunicación y simpatía, están presididos por un mismo vértice o símbolo, los padres y las tradiciones familiares para la familia, Dios para los creyentes y los símbolos e ideología de un Club de Fútbol para sus seguidores. El fondo del razonamiento es, que tanto en Religión como en Fútbol, existe un alto nivel de emoción, creencia, constructos humanos éstos anteriores al pensamiento y al concepto, parámetros éstos los emocionales, que por lo humanos e inestables, requieren un mecanismo corrector que los estabilice para rescatarlos de la ciclotimia de su posible evolución errática, ¡has perdido la fe hijo mío!, siendo la fraternidad la fuerza que propongo para que ésta proporcione la camisola de fuerza estabilizadora. Se debe de comportar así la fraternidad como una especie de sustancia tampón, como es la que en Química mantiene otro equilibrio, el ácido-base, con objeto de que dicha variable equilibradora sea capaz de minimizar, tanto la heterogeneidad del cuerpo humano que se considera, como el alto nivel de emoción que caracteriza su funcionamiento, no siempre sujeto a control racional por su fácil entrada en confusión y desequilibrio, lucha y caos. Ya se puede entrever, que históricamente las organizaciones de alto contenido emocional y para ganar en estabilidad, han recurrido a dos fuerzas, la fraternidad por una parte y el poder, autoridad, autoritarismo, verticalidad y rígida jerarquización por otra, pero dado el imparable proceso de horizontalización en la dinámica de cualquier organización, los mecanismos más primitivos de control, como puede ser el mando autoritario, están perdiendo aceleradamente vigencia.
¿Qué es la fraternidad?. Platón en su Banquete (3) la señaló como aquel factor que crea en el grupo un sentimiento de yo-nosotros, haciéndole comportarse como un Uno particular, teniendo como resultado que esa organización fraternal se conduce como un solo cuerpo que alberga a muchos espíritus andróginos, tantos como miembros forman dicho conglomerado social. A su vez, todos estos espíritus-individuos aceptan asumir una doble condición: la de estar presididos por una realidad superior a la que todos obedecen sin apelación, y tener entre los miembros de ese grupo una relación basada en la empatía y concordia, comunicación entre agendas particulares y convergencia con consenso impuesto por la pertenencia a ese solo cuerpo que es el Club o a esa sola realidad que es su Iglesia, ambos presididos por un solo vértice, sea éste creencias religiosas o símbolos de una organización, los del Club en este caso. De esta manera, somos hermanos en aquella Iglesia, por ejemplo "en Cristo", o bien obedecemos a los símbolos de aquel Club, lo que supone el freno de toda divergencia y emoción de ruptura. La concordancia y el debate con consenso obligado, están hechos para la fraternidad, en tanto los acuerdos, consensos, pactos, complementariedad de posturas diferentes y agendas enfrentadas, son para la convivencia social, para un tipo particular de trabajo del que se derivan productos diferentes, o incluso para la investigación científica, la actividad política o social, para las que del enfrentamiento puede salir la luz, y que en el caso de la fraternidad se puede derivar el fracaso. Digámoslo gráficamente, en un Club de Fútbol, mientras que los diferentes departamentos o individuos que lo componen están a la greña o el Presidente es un tipo pintoresco que transmite su caos mental a su masa social, circunstancia ésta tan sumamente frecuente, el equipo entra sistemáticamente en dinámica de malos resultados.
Vayamos con la segunda y última reflexión. En breve veremos en el Calcio, la Liga del Fútbol italiana, un nuevo equipo, que vistiendo de amarillo y blanco, los colores de la Santa Sede, la representará. Tarsicio Bertone, el Secretario de Estado Vaticano, conocido forofo de la Juventus y especializado en la transmisión de partidos de Fútbol ya lo ha dicho Urbi et Orbe: "Sólo con los estudiantes brasileños de nuestras Universidades Pontificias, pondremos en marcha un magnífico equipo, a la altura de la Roma, el Inter, el Génova o la Sampdoria". Juan Pablo II ya era aficionado, pero con este distinguido y beatífico tifosi ya se ha dado el paso definitivo. Parece probable, según las reflexiones que les acabo de hacer confidencia, que para interpretar los fenómenos humanos podrían hacer falta mayores dosis de humildad y un decidido nuevo enfoque relativo de nuestra naturaleza humana, porque la energía, ya lo sabemos, no se crea ni se destruye, se transforma, y cuando ella desaparece de un lugar es porque se ha refugiado en otro, pero propongo que sea la misma energía. Todo lo que antecede quiere ser un respetuoso debate en el marco de la libertad que dichosamente disfrutamos.

Ángel Martínez Pina

RECOPILACION FUTBOL FORMATIVO

BIBLIOGRAFÍA
1.    Falcones, Ildefonso. La Catedral del Mar. Ediciones Grijalbo. Vigesimotercera edición, diciembre 2006.
2.    Hernández Velasco, Irene. Corresponsal en Roma. Diciembre 2006.
3.    Platón. El Banquete (Symposion. Intervención de Aristófanes sobre los géneros humanos, masculino, femenino y andrógino)

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